
Este mes de abril ha sido muy revelador. A mi alrededor todo han sido muertes de seres alejados, pero muertes al fin y al cabo. Mis padres, abuelos y tíos han tenido que acercarse a ese lugar tan odiado: el tanatorio. Yo me he quedado tan cómodo, tan imapsible, viendo cómo los personajes más pinorescos que poblaban mi publo y mi imaginario infantil, iban desapareciendo progresivamente. Día a día de lo que llevamos de mes, los ancianos van muriendo, las tumbas se van excavando, los féretros se van cerrando, y las funerarias se van forrando.
Paralelamente, mi pila de eventos del divino Tuenti no ha dejado de recordarme los que cumplen años. No han parado las celebraciones de cumpleaños. La mayoría de mis contactos cumplen años en abril. Celebraciones de cumpleaños por un lado, entierros por otro. La vida y la muerte, por tanto, se encuentran más relacionadas que nunca en el mes de abril.
¿Es casualidad que sea precisamente en el mes de abril se den tantas muertes y efemérides de nacimientos a la vez? ¿Tiene algo que ver con que la primavera sea precisamente la estación de la muerte y la resurrección natural? ¿Por qué para explicarnos estas relaciones que se escapan a nuestra lógica las hemos revestido de creencias y ritos, de historias y leyendas de héroes y hombres inhumanos?
¿Es simple ficción o es realidad, que justo en Semana Santa hayan muerto tantas personas, precisamente tan cerca de Roma, precisamente de un terremoto? ¿Por qué no ha resucitado ninguna de ellas hoy, precisamente Domingo de Resurrección?
¿Por qué dejar de creer, de seguir un dogma que sigue la mayoría, de abandonar los lazos de la tradición familiar, te reporta de energía a corto plazo, y según pasan los años esa energía agnóstica se va perdiendo? ¿Por qué antes estaba más contento conmigo mismo, no tenía tantas dudas? ¿Por qué después necesitas algo a lo que aferrarte, sea la revolución, sea la vocación (religiosa o profesional)? ¿Por qué hacernos las víctimas frente al absurdo es la única forma de recobrar esa superioridad interconectiva de la que hablaba antes?
Quizá los hobbies, los trabajos, los estudios, las revoluciones, las personas, dejen de llenarnos como lo hicieran en su tiempo, pero lo cierto es que quizá no tengamos otra cosa a la que aferrarnos. Quizá después de todo no haya nada, y esas cosas tan terrenales sean las únicas verdades que nos quedan.
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Perdonad por esta charla discusiva e idiota, por ahberme alejado de mis temas recurentes, pero necesitaba compartir estas disertaciones con vosotros. Perdón Lázaro, por no satisfacerte y hablar de una vez por todas de Scrubs, que sé que tienes preparado un comentario para mí. Te juro que la siguinete irá sobre eso.
Un saludo.