
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
RIMA I
Gustavo Adolfo Bécquer
Así pues, no era un hijo de Babel, libre y aleatorio, valorando la palabra por su cualidad física. Aún no había sido maldecido a la adolescencia por la divinidad (llamada tiempo), a encadenar cada una de esas palabras a la horrible necesidad del significado. Por tanto, "mesa" dejaba de tener esa armonía musical para convertirse en algo monótono; "tenedor" se despojaba de su arquitectura y complejidad morfológica, para convertirse en algo instrumental y carente de trascendencia; "madre" dejaba de ser un hogar (si alguna vez lo fue), una llamada de socorro, para convertirse en un ser de carne y hueso, muy diferente a mi yo, atravesado por los horribles aquí y ahora. Me engañaba dándome por más listo y maduro, descubriendo nuevas dimensiones en palabras que había desterrado en mi ludismo infantil, como "mariposa", "libro" o "amor".
Los poetas y escritores son seres también atados a Babel, a la rebeldía contra la autoridad que les obliga a la multiplicación de las lenguas. Buscan ese lenguaje primitivo, esa aleatoriedad en la palabra, para descubrir de nuevo el mundo. Los mejores escritores, los escritores de la duda, no usan la palabra para describir, si no para descubrir. Como el niño que se interna en un paisaje nuevo. Armados de la imaginación y de la abstracción, buscan ese "himno gigante y extraño". Pronto se darán cuenta de que su empresa está destinada al fracaso, y que de ese himno no quedan más que "cadencias que el aire dilata en las sombras".


El arte de Vanguardia intentó conseguir ese lenguaje universal, uniendo rebeldía con el pasado , en un impasse de creativad renacentista. El cubismo, el surrealismo, el expresionismo, el dadaísmo, entre otros, no son más que ensayos, caminos trazados hacia la doma del lenguaje que precedía a los esclavos de Babel. El cine, arte heredero de esos ensayos pero rebelde contra toda dialéctica vanguardista (pues se cierne en las aguas de la concrección romántica), tuvo muchas oportunidades de convertirse en un lenguaje universal. Hubo películas de cine mudo (como Metrópolis, El último, Amanecer, Avaricia o el cine de Chaplin) que apenas necesitaban ya los intertítulos dramáticos que explicaban diálogos y acciones. Un español, un ruso y un americano entendían perfectamente las historias de Chaplin. Luego, llegó el sonido, y todos volvimos a estar esclavizados por Babel, por los subtítulos y por el doblaje.
Muchas veces, el cine intenta ser poesía. Y si no, mirad lo que se avecina para este año:
Quiero que os fijéis en las imágenes, y que desechéis que es un tráiler y que está vendiendo un producto. Las imágenes que muestran son imágenes desnudas.
Esa es la función del escritor. Desnudar. Descubrir.